Tras hablar de ello, torcieron la esquina rota de la calle como autómatas encongidos por el frío. Lecci se paró en seco frotándose los ojos: -Es ésta Mario, ¿Ésta qué?, ¿No lo ves?, justo ahí, la calle está llena de recuerdos, ¿Por fin te volviste loco?, Es increíble tu capacidad para quedarte ciego. ¿No ves aquel beso colgando en la farola?, ¿Un beso?, ahí no hay absolutamente nada, Calla Mario, no me dejas escuchar los acordeones... ¡La calle está completamente desierta Lecci!, estás delirando como de costumbre. Pobre, ya no entiendes nada.- Diez minutos después, cruzaron el puente que les llevaba directamente a casa, Lecci agarraba algo entre los dedos, Mario, por más que miraba, no conseguía ver nada...
jueves, 6 de septiembre de 2007
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2 comentarios:
Ojalá todos estuviésemos locos para ver recuerdos colgados de todas partes, "besos de las farolas", en el pasto de los parques, de los balcones, en las estaciones del metro, del tren...sí, sobre todo en las estaciones...
Aquí estoy, leyendo tu blog y maravillándome un poco. Me tendrás por aquí seguido y por lo de Rayuela, no puedo decir nada porque las palabras, en ese caso, sobran o no alcanzan, depende del enfoque... en fin.
Un beso
Adiós!
que linda manera de poblar una imagen, sigo paseando por tu blog.
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